DORLING KINDERSLEY
Beijing y Shanghai son las dos ciudades principales de China. Con una historia que se remonta al año 1100 a.C., Beijing es la capital cultural, social y política del país, y constituye un espacio singular detenido en el tiempo, dentro de un gigante que cambia sin cesar para modernizarse. Atesora algunas de las construcciones más emblemáticas del país, como el palacio de Verano y la Ciudad Prohibida, ambos declarados Patrimonio de la Humanidad, y la inmensa plaza de Tiananmen, presidida por el mausoleo de Mao. Desde Beijing se puede llegar hasta la Gran Muralla, iniciada en el siglo III a.C., y que recientemente ha sido declarada una de las nuevas maravillas del mundo. En esta guía se da cuenta detallada de todos estos y otros muchos lugares de interés, con detallados datos prácticos y propuestas de itinerarios. También se recoge la información más actualizada de cara a los Juegos Olímpicos de 2008, que tienen como sede principal Beijing.
Shanghai, en cambio, fue fundada en el siglo XIII y desde el XIX ha crecido sin parar. Objetivo de las potencias europeas, fue dividida en concesiones (Francesa, Británica y Americana), y conserva cierto aire decadente de esta época. Junto al río Huangpu, se extiende el Bund, un paseo con ejemplos de arquitectura colonial convertidos en hoteles y restaurantes. Pero Shanghai también representa la modernidad de la gran potencia China, con sus modernos rascacielos y una oferta de alojamiento, restauración y ocio a la última. Además, la ciudad va a acoger algunos acontecimientos de los Juegos Olímpicos de 2008 y la Exposición Universal de 2010.
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