GONZALEZ PRIETO JULIAN
En el verano de 1063, Fernando I, que estaba prestigiando su capilla palatina, habilita una embajada para recuperar de la taifa de Sevilla las reliquias de algunas mártires. Al frente de la comitiva puso a los obispos Ordoño [Astorga] y Alvito [León]. La encomienda una de las más singulares y apasionantes de la Edad Media culmina con la traslación de los restos de san Isidoro, Doctor Hispaniae, desde Sevilla a León.