SIMON, TED
Todo el mundo puede encontrarse en un lugar equivocado y en un momento inoportuno.
Por ejemplo, el padre de Ted Simon: llamarse Haim Sin Simha, ser judío, gitano y vivir en Rumanía en plenos años 30, no parecía una buena combinación en la Europa de la época.
Por eso salió de allí hacia Inglaterra, se hizo llamar Henry Simon y se casó con la chica alemana más rubia y más aria que encontró, su madre.
A los nueve meses, nació Ted, y a los cinco años, los abandonó a ambos.
De no haber sucedido todo esto, Simon no habría tenido razón alguna para hacer este viaje en busca de la verdadera historia de su origen.
Decidir hacerlo a pie, tras el derrumbe del Telón de Acero y mientras la Europa del Este se desintegraba no parece buena idea a simple vista. Y, sin embargo, gracias a ello, el espectro de lo peor y de lo mejor de la historia de nuestra adorada Europa sale a su encuentro.
De nuevo, como en Los sueños de Júpiter, encontramos algo detectivesco en la obra de Simon. El matrimonio de sus padres fue un desesperado intento de Haim Sin Simha por huir de su pasado judío poco antes de los primeros brotes de nazismo, pero esto es apenas la punta del iceberg.